"Si muero en la
carretera no me pongan flores."
-
Virgilio Piñera
Maruja soñaba con un
hijo.
A solas masticaba rezos
y apuraba brebajes.
A la hora del amor
obligaba al marido a
pararse de cabeza frente al lecho,
en un extraño ritual.
Maruja, al fin, quedó
preñada.
La llevaron a parir en
un coche des tartalado
y acabó destrozada entre
chatarra.
El marido deambulaba La
Habana
rumiando su soledad por
las Pilotos.
Un día lo encontraron
aplastado en la carretera.
A Enrique nunca le
pusieron flores.
© René Dayre
Abella
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