Mi nombre es Reinaldo Arenas, yo soy el mar ©

Foto: París, 1986  © Sophie Bassouls/Sygma/Corbis



Mi nombre no es Reinaldo Arenas, yo soy el mar   ___________________________________
Por: Ivette Marie Serrano
Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe


“Al principio no había tomado en serio aquella idea.
Pero (estaba seguro de ello)
a todo el mundo podía ocurrírsele alguna vez,
no como solución,
sino como la consecución de un principio inefable:
ir siempre en contra de todo lo previsto”
-Reinaldo Arenas, Sobre los astros.


Cuando este mundo perdió la presencia física de Reinaldo Arenas (1943-1990) yo era muy niña para entender la gravedad de ese terrible acontecimiento. Hoy que constato la dura realidad de que hace veinte años una persona tan valiosa dejó de respirar, algo muy dentro de mi se entristece. Pero entonces encuentro consuelo en las palabras de Goethe (1747-1832), cuando dice que las personas que viven en nuestros corazones no dejan de existir. Y esto tiene mucho sentido, aun para los que no le conocimos y partimos del punto que nos ofrecen sus libros. Ciertamente, por medio del estudio de los textos arenianos podemos adivinar un poco sobre su carácter, su personalidad y formas de pensar. Hasta podríamos llegar a entender gran parte de sus sufrimientos, porque aun hasta los que no somos cubanos podemos solidarizarnos con un perseguido que sólo quería ser libre: libre como el viento, libre como el mar. Curiosamente, Arenas es eso: es un mar de palabras, de sueños rotos y de genialidad. Como si fuese una broma del destino, su apellido es una parte integral de las imágenes que tenemos del mar: arena y mar parecen ir de la mano todo el tiempo. El mar ha sido para muchos poetas el mejor lugar para empezar el día, mientras que otros disfrutan de su orilla para recibir la noche. En su obra literaria, Reinaldo Arenas, completa este círculo que parece empezar con Celestino antes del alba (1967) y concluir con Antes que anochezca (1992).

El proceso de mi descubrimiento de la obra de Arenas es uno continuo, ya que aún en estos momentos en los cuales se le rinde tributo a su recuerdo en el aniversario de su muerte, descubro en sus obras matices de surrealismo, de los cuales es muy poco lo que he podido observar en las opiniones de los autores que han analizado su obra. Por eso hoy mi homenaje es: recordarlo, tratar de acompañarlo en su exploración del mar y re-valorar su obra.

Entonces, parada en la orilla del mar areniano percibo en Celestino antes del alba características que podemos apreciar en la poesía surrealista, como por ejemplo: la incongruencia y la manera coloquial cultivada por Louis Aragón (1987-1982), el llamado mal gusto exhibido por Benjamín Péret (1899-1959) la distancia entre dos términos tan utilizada por André Bretón (1896- 1966) y la movilidad visionaria empleada por Vicente Aleixandre (1898-1984). Del mismo modo, creo relevante recordar que en el 1967, estando en la Habana, Arenas, conoció a Jorge Camacho (1934-2011), pintor cuya obra está dentro de la idea surrealista. Ambos artistas tuvieron lazos estrechos de amistad y colaboraron en proyectos mutuos. Asimismo, creo que debemos tener presente que Arenas no sólo fue muy amigo de Camacho, también vivió mucho tiempo con un pintor, por ello no debe sorprendernos en él la influencia del surrealismo por medio del arte pictórico.

Considero necesario mencionar que Hieronymus Bosch,“El Bosco” creó una pintura llamada El jardín de las delicias y que podría ser más que casualidad que Reinaldo Arenas tenga una novela llamada: El color del verano o el Nuevo “Jardín de las Delicias”. “El Bosco” (1450-1516), está considerado por críticos internacionales de arte y por algunos miembros del movimiento surrealista como el primer artista que acogió esa tendencia, aunque su obra está enmarcada en el periodo del Renacimiento. Ambas obras, la de Arenas y la de Bosch, se caracterizan por tener escenas eróticas, llenas de lujuria, que utilizan la sexualidad como agente conectivo. Las producciones de estos dos autores se configuran como una representación de un nuevo paraíso que, en ambos casos, sirve para escapar del panorama de angustia y opresión. Por otro lado, la obra de Arenas se puede apreciar una fuga ante la represión del Estado contra los homosexuales.

La experiencia surrealista de Bretón y de otros autores franceses ligados a este movimiento de vanguardia, proponen que las palabras, en su pronunciación vertiginosa, dejan aflorar situaciones oníricas que después el espíritu reconoce como productos de emoción pura, como se aprecia en la obra de Alejandra Pjzarnik (1936-1972). Es por ello que encuentro inevitable notar las coincidencias entre Celestino antes del alba y algunas piezas surrealistas francesas, como por ejemplo: las obras de Roger Vitrac (1899-1952), Robert Desnos (1900-1945) y Georges Hugnet (1906-1974), en las que se asiste a la dramatización de los sueños. Es notorio también el estilo espontáneo e incluso clásico de algunas de estas obras en donde el delirio automático se enseñorea.

De esta forma, espero en un futuro no lejano ofrecer más evidencia de la naturaleza surrealista de los textos de Arenas y así poder demostrar que el surrealismo francés, por medio de las artes, dejó una huella en el Caribe hispánico más profunda de lo que pensábamos; qué no sólo son surrealistas Wilfredo Lam (1902-1982) y Jorge Camacho, por mencionar algunos.

En mi opinión, las creaciones literarias de Arenas están pautadas conforme a módulos conceptuales precisos y el lenguaje manejado por el autor en su función metalingüística y en su capacidad de experimentación onírica cumple con sus roles de definición y de representación de la realidad anhelada que se acerca al surrealismo.

Sería bueno pensar en Reinaldo Arenas no como el guajiro poeta. No. Deberíamos verlo como ese viejo niño, como el genio, como el hombre que se merecía Paris y la gloria de las Academias. Entender que él, en sí mismo es un mar sería el primer paso para adentrarnos en su forma de crear literatura.

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